Practicar la neurocirugía en regiones como Arica y Parinacota y Aysén es un desafío: recursos limitados, personal reducido y dependencia de otros centros médicos son algunas de las restricciones que día a día enfrentan los especialistas. Pero no todo es adverso, el Dr. Days Avaria y el Dr. Rodrigo Vargas –del hospital regional de Coyhaique y Arica, respectivamente– cuentan que a pesar de los obstáculos, desempeñarse en regiones alejadas es rico en experiencias y cumple un fin: llevar la neurocirugía a todo Chile.

“Toda mi vida he vivido en regiones y de hecho mi idea era desempeñar la neurocirugía en región, siempre fue así”, cuenta el Dr. Rodrigo Vargas, neurocirujano del Hospital Regional de Arica Dr. Juan Noé Crevani desde el 2008. Por ocho años fue el único especialista en su área –luego de que se retirara el Dr. Miguel Vergara, fundador del servicio en la década de los 90– hasta que fue acompañado por otro colega, con el que se ocupan de toda la atención. “Lo más difícil de practicar aquí en Arica fue el tiempo que estuve solo. No había posibilidades de discutir casos o de realizar cirugía electiva compleja”, revela y dice que aunque era un desafío, también le generaba satisfacción: “Al estar solo sentía que el trabajo era bien importante. Todavía lo siento, que es muy importante”.

Hospital Regional de Arica

Para el Dr. Days Avaria, neurocirujano pediátrico del Hospital Regional de Coyhaique –donde la unidad de neurocirugía fue fundada hace más de una década por el Dr. Jorge Herrera y el Dr. Raúl Vargas–, el limitado personal también es un problema recurrente. Aunque trabaja junto a otro colega, cuatro meses al año el centro funciona con un solo neurocirujano –Avaria o su compañero– y en ese solitario periodo de tiempo la disponibilidad debe ser los 30 días del mes, las 24 horas. Además, esa escasez de tiempo demora las capacitaciones y el ímpetu de mantenerse al día con los avances: “Es hacer patria, es postergarse un poco desde el punto de vista profesional, porque aquí la gente tiene necesidades. Obviamente no puedo hacer cirugías muy complejas, no hay apoyo de neuroradiólogo, intervencionistas, no tenemos resonancia dentro del hospital”.

En ambas zonas extremas la carencia de recursos y personal es un problema. Mientras que en Arica falta desarrollar el área instrumental y las especialidades anexas a la neurocirugía como UCI y anestesia, en Coyhaique se requieren insumos para echar a andar su equipamiento y una mejor disponibilidad de pabellones. “Tiene que ser un desarrollo más global para dar una atención integral completa y buena a los pacientes”, explica el Dr. Vargas. Pero quizás una de las necesidades más urgentes es solucionar los obstáculos de conectividad.

Los dos hospitales dependen de una rápida conexión con otros centros hospitalarios. Ambos establecimientos resuelven las necesidades básicas de su población en relación a la neurocirugía, pero no tienen la capacidad de remediar situaciones más complicadas como patologías vasculares complejas, las que se derivan a Puerto Montt en el caso de Coyhaique y Santiago para Arica. Tanto el hospital del extremo sur como el norteño dependen de aviones que despegan de la capital y trasladan a los pacientes en gravedad, encareciendo el proceso y, en el caso de Aysén, sujetando su desarrollo a condiciones climáticas: en invierno el aeropuerto cierra y la movilización de pacientes graves es imposible.

Por estas condiciones y otras se hace necesario potenciar hospitales como el de Coyhaique o Arica. “Si tienes que trasladar un paciente –sólo para una resonancia magnética, que está inestable–, un charter te sale diez millones de pesos de ida y otros diez de vuelta. Una resonancia magnética puede costar aquí 20 millones. Entonces claro, podríamos ofrecer las cosas acá. Desde el punto de vista de la lógica económica, tal vez el hospital no resulte con números positivos pero se reducirían hartos costos. Y además el sentir de la gente: la certeza de que se pueden resolver sus problemas aquí”, argumenta el Dr. Avaria, quien a pesar de ser un neurocirujano pediátrico, no ha podido atender a niños de Aysén por la falta de recursos y se ve obligado a derivarlos a Puerto Montt.

Como explica el Dr. Vargas, en Arica y Parinacota no hay otro centro que ofrezca neurocirugía, por lo que la demanda en el hospital es muy alta y siendo sólo dos especialistas, se genera otra relación con las personas: “El seguimiento de nuestros pacientes lo hacemos siempre nosotros mismos y generalmente se produce esa conexión distinta, en donde los pacientes te conocen y tú los conoces”. Para el Dr. Avaria la situación es similar: “Es mucho más agradable la llegada que uno tiene aquí con los pacientes pero también se transforma en una relación mucho más demandante”.

Hospital Regional de Coyhaique

Pero para el neurocirujano de Coyhaique esto es un desafío a cumplir. En Los Ángeles fundó el servicio de neurocirugía junto a otros colegas y su esperanza al llegar a Aysén hace tres años fue generar el mismo fenómeno: “Más o menos tratando de replicar lo que pasó en Los Ángeles me vine acá a tratar de llevar adelante la neurocirugía, que progresara un poco, que fuesen haciendo cosas más complejas. Eso se ha hecho, pero de manera insuficiente […] Pero de todas maneras es importante que estemos presentes. Uno tiene que también luchar para lograr cosas. Hay que estar aquí y luchar por lo que uno cree que es justo para los pacientes”.

Dr. Days Avaria, neurocirujano pediátrico del Hospital Regional de Coyhaique

 

 

 

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