Un adiós a Alfredo Yáñez, amigo y colega. Por Dr. Melchor Lemp

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Trabajé con Alfredo desde mi ingreso al entonces Servicio de Neurología y Neurocirugía del Hospital José Joaquín Aguirre, el año 1974. Él había ingresado el año 1972, donde estaba formándose como neurocirujano en el servicio a cargo del Profesor Eduardo Fuentes B. Dada nuestra naturaleza de especialistas en formación, coincidimos natural y rápidamente en nuestro quehacer, el cual continuamos hasta hace un par de años, en que se acogió a retiro de la universidad.

Alfredo Yáñez se inició como neurocirujano en los setenta, una época en que se estaba produciendo un cambio fundamental en la Neurocirugía. En esos años, la reciente introducción de la microcirugía y, un poco después, el advenimiento de la Tomografía Computada de Cerebro, significó convivir y aprender con esas innovaciones, trabajando aún con la técnica y tecnología de la vieja escuela. Fue una interesante experiencia que el Dr. Yáñez asumió rápidamente.

Con su espíritu académico demostró gran interés en la docencia de pregrado para con los estudiantes de de la carrera de Medicina y de otras carreras de profesionales de la salud, que lo llevó a introducir cambios en la metodología de la enseñanza de la medicina, conducente a un rol más activo de los alumnos. Autor de dos textos que reflejaron su experiencia e interés por la docencia y a los cuales invitó a participar a otros médicos, mostrando espíritu integrador.

En la enseñanza de postgrado siempre colaboró con interés y con el rigor científico que lo caracterizaba en la formación de nuevos neurocirujanos, tanto en nuestro servicio como de becados de otros centros de formación, a través de la Sociedad de Neurocirugía de Chile. Fue uno de los promotores del aumento en los años que requería la formación de un neurocirujano. Entre otras iniciativas destaca la implementación de un laboratorio de microcirugía, complemento indispensable en la formación del neurocirujano que lideró por varios años.

En los años ochenta tuvo la oportunidad de conocer y hacer estadías en importantes centros extranjeros, incorporando y compartiendo las experiencias adquiridas en su actividad en el hospital y en su quehacer profesional privado. Sus preferencias lo inclinaron a dedicarse a la patología tumoral y especialmente a las enfermedades vasculares del cerebro, donde fue bien reconocido. Sus aportes fueron sólidos y constantes.

Sin embargo, esta intensa actividad no le quitó tiempo para formar una hermosa familia y para dedicarse a sus aficiones preferidas y mas conocidas: la música y la pintura. En ellas demostró talento y condiciones, las que siempre compartió con amigos y colegas.

Alfredo fue un profesional muy responsable y generoso con sus pares y becados. Ampliamente respetado por colegas y por profesionales de otras especialidades. Fue presidente de la Sociedad de Neurocirugía de Chile y fue nombrado Maestro de la Neurocirugía Chilena por la Sociedad de Neurología, Psiquiatría y Neurocirugía.

Pudimos conocer a un hombre correcto, formal, reservado y discreto. De humor inteligente y
adecuado. Sus anhelos los cumplió sin afectar ni menos dañar a otros. Su trayectoria profesional y académica, tanto como sus cualidades humanas lo mantendrán siempre en el recuerdo de sus colegas y amigos, y en nuestra comunidad académica.

Dr. Melchor Lemp M.
Santiago, 31 de Julio de 2018.

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