El Dr. Luis Elso de Concepción falleció a comienzos de diciembre, en el mismo año en que fue reconocido con la Medalla “Prof. Héctor Valladares Arriagada” en el LXI Congreso de la Sociedad de Neurocirugía de Chile. Una distinción más que merecida en sus 42 años de práctica, de los que se recordará su profesionalismo y pericia.
En los años setenta, dentro de un contexto donde la medicina general –y por ende, la neurocirugía– no trabajaba con el alto nivel tecnológico de hoy, la práctica medicinal y quirúrgica era un trabajo para los más atrevidos. En ese grupo estaba el Dr. Luis Elso, quien en 1968 egresó de Medicina en la Universidad de Concepción y obtuvo su título en la Universidad de Chile, para luego especializarse en el Instituto de Neurocirugía Asenjo y graduarse como neurocirujano en 1976.
Terminada su especialización, el Dr. Elso volvió al sur y se desempeñó en el Hospital Clínico Regional de Concepción, donde la falta de equipamiento y de un servicio de neurocirugía marcaban el día a día. Allí trabajó junto al Dr. Luis Cantillano, compañero en el instituto, colega y amigo, con quien laboró lado a lado por décadas.
Como lo explica el Dr. Cantillano –responsable de la semblanza dedicada al Dr. Elso en la entrega de la Medalla “Prof. Héctor Valladares Arriagada”–, allí practicaban neurocirugía de guerra: sin instrumentos de diagnósticos, con dos días a la semana de pabellón y desabastecidos de algunos medicamentos esenciales. “Ese es el escenario en que se vivió y se hizo neurocirugía de batalla. Realmente había que ser un héroe y dentro de los héroes anónimos está Lucho Elso”, asegura.
Pero eso fue cambiando con la llegada del scanner, elemento que llegó al Hospital Clínico Regional de Concepción en 1990. Este instrumento marcó un antes y un después en la práctica médica y tuvo ese mismo efecto alterante en la vida de Luis Elso, quien se fascinó con la imagenología encefálica desde ese momento.
El amor por la imagenología
Los años de estudio nunca fueron suficientes para el Dr. Elso. Su eterno afán por el conocimiento y aprendizaje lo hicieron un pionero –y experto– en temas como la neurocirugía estereotáxica, cirugía transesfenoidal de tumores de la región selar y especialmente la imagenología encefálica. Con la llegada del scanner y la resonancia magnética a la medicina chilena, el neurocirujano buscó especializarse en la temática, viajando a Estados Unidos y España para conseguirlo.
“La imagenología fue el gran amante de Lucho. Él se dedicó de lleno a esto y llegó a ser, para mi, de las personas que más sabía de imagenología y cerebro”, recuenta su compañero y amigo, Luis Cantillano, quien recuerda cómo estudiaba anatomía y revisaba todas las fuentes de información disponibles, incluyendo consultar a colegas, para entregar resultados de exámenes. “No existe en Chile ni un neurocirujano que domine más la resonancia magnética que el Dr. Elso, no existía. Te estoy hablando a nivel mundial, era de los mejores especialistas en imágenes en Latinoamérica, por lo menos”, destaca.
Pero aunque era –y siempre será– reconocido como uno de los médicos más especializados en estas temáticas, nada nunca lo detuvo de querer aprender más, con humildad y serenidad. Este afán por el conocimiento lo acompañó toda su vida y, aún así cerca de su jubilación hace tres años, siempre era el primero en ofrecerse a participar en cirugías innovadoras, con la intención de conocer las técnicas nuevas y nunca obstaculizar el aprendizaje continuo.
42 años de vocación
La mayoría de su carrera la desarrolló en el Hospital Clínico Regional de Concepción, donde incluso fue jefe del servicio de neurocirugía entre 1988 y 1994. Allí quienes trabajaron a su lado destacan la gran vocación que el Dr. Luis Elso demostraba día a día: turnos largos, fines de semana visitando pacientes, a quienes trataba con respeto reverencial, y una comunicación honesta y ponderada con sus colegas. Detalles que transmitió también en la docencia, participando como profesor en las experiencias universitarias de alumnos.
Fiel a su educación en el Instituto de Neurocirugía Asenjo, el Dr. Elso valoraba el trabajo en equipo y no dudaba en consultar para mejorar su práctica o aportar en potenciar prácticas ajenas, siempre con ponderación. “Los colegas que hemos tenido el honor de trabajar con él nos hemos gratificado en todo sentido. Cuando participaba como cirujano, los ayudantes sabíamos que en situaciones críticas siempre mantenía la calma y el respeto por todo el equipo. Cuando participaba como ayudante a colegas, muy solidario. Uno se sentía seguro del apoyo”.
Lo que siempre lo caracterizó fue su caballerosidad, tanto para el paciente como para su comunidad neuroquirúrgica. Según quienes trabajaron con él, en su amabilidad yace su gran distinción. Por eso, Cantillano nombra –acertadamente– al Dr. Luis Elso como “un caballero de la neurocirugía”.